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Los modelos de negocio en la industria petrolera: el caso noruego y mexicano


El objetivo del presente artículo es hacer un análisis comparativo del diseño de estrategias de negocios implementadas en la industria petrolera de Noruega y México. Para ello se emplean las categorías analíticas de espacio y tiempo.


En México, si bien la extracción del petróleo y su comercialización ya se realizaban desde principios del siglo XX, estas actividades la realizaban empresas extranjeras, el principal negocio era su extracción para su exportación, de esta forma, las empresas maximizaban sus ganancias, descuidando la demanda interna. Como una estrategia para impulsar la industrialización del país, el gobierno se plantea que debe intervenir en la industria petrolera, desde la exploración de hidrocarburos hasta su transformación en productos finales. Con la nacionalización de la industria petrolera en 1938, el modelo de negocio petrolero mexicano es manejado de manera exclusiva por el gobierno federal, con la creación de la empresa petrolera estatal Petróleos Mexicanos, una empresa verticalmente integrada. “Sólo después de la expropiación se incrementó la demanda interna de petróleo, y que es a partir de entonces que este energético empezó a contribuir al desarrollo económico del país” (Uhthoff, 2010, p. 7).


Durante todo este periodo hasta 1982, México procesaba el crudo para satisfacer la demanda de gasolina y diésel en el mercado interno, por otro lado, el excedente del crudo se exportaba. Las divisas generadas servían “para importar buena parte de los insumos requeridos para la expansión y desarrollo de la industria nacional.” Además “los ingresos petroleros han permitido al gobierno mexicano mantener un gasto público más allá de la capacidad recaudatoria interna, lo cual ha favorecido en cierta medida al crecimiento económico” (Martínez, Santillán y De la Vega, 2016, p. 9).


En cambio Noruega, ingresa al negocio petrolero hasta la década de los sesenta del siglo XX, con el hallazgo de los primeros yacimientos en 1969. Pero antes de los yacimientos petroleros, según Wirth (2014), el gobierno noruego, en un inicio desalentó a los inversionistas locales, al considerar el negocio, en cuanto a la exploración de hidrocarburos, del alto riesgo, y se dejó la exploración a las empresas extranjeras que ya conocían en buena medida el negocio petrolero. Después del hallazgo, es cuando el gobierno plantea una estrategia para la nueva industria. Se deciden por la creación de una empresa estatal de integración vertical, Statoil.



El éxito del modelo noruego en cuanto a la dirección y la organización de la industria petrolera lo señala Estrada (2007, p. 86), “el país pasó de no tener reservas petroleras y ninguna experiencia en el sector, a convertirse en uno de los mayores exportadores de petróleo y gas natural, así como en proveedor internacional de productos y soluciones de punta para la industria petrolera. Los beneficios económicos y comerciales generados por las actividades petroleras se han transferido a la sociedad, al mismo tiempo que se han ahorrado cuantiosos recursos financieros para las futuras generaciones. En breve, desde el inicio del proceso Noruega ha mantenido la soberanía y el pleno control sobre sus recursos. Los políticos se enfocaron en la creación de una industria petrolera saludable y en conquistar objetivos sociales orientados a la creación de valores económicos para la población, y al desarrollo de una industria diversificada, capaz de evitar la dependencia excesiva en los ingresos del petróleo. También propusieron que la industria petrolera evolucionara de forma sustentable y compatible con el medio ambiente.”


Se observa que, los dos países, tanto México como Noruega, consideraron empresas estatales verticalmente integradas. México, durante décadas había desarrollado capital humano para el sector petrolero. En cambio Noruega, crea “un mecanismo para atraer a las mejores petroleras internacionales, a los recursos económicos extranjeros, y a los profesionales del sector para desarrollar sus reservas petroleras”, además, hubo un plan para “coordinar los esfuerzos del gobierno con los de los distintos grupos sociales e industriales para desarrollar el negocio del gas y del petróleo. La cooperación entre las petroleras, las nuevas empresas del sector para-petrolero y la comunidad académica. Una vez que la cooperación empezó a dar resultados, se generó el crecimiento de una cadena productiva ó cluster petrolero diversificado que en pocos años se volcó hacia los mercados internacionales” (Estrada, 2007, p. 88).


Si bien, en ambos países se contemplaba la transferencia de los recursos obtenidos por los ingresos petroleros a la población, a través de la construcción de infraestructura física como carreteras y puertos, como en la construcción de infraestructura social, como la construcción de escuelas públicas y hospitales.


Sin embargo, una de las diferencia está en que México, desde la década de los setenta hasta 2018, se destinaba gran parte de los ingresos petroleros en gasto corriente, es decir, al pago para sostener a la burocracia. En particular, durante el gobierno de la alternancia, con Vicente Fox (2000-2006) y después con Calderón (2006-2012), el precio por barril de petróleo de exportación llegó a estar por arriba de los cien dólares, con una producción de hasta 3.4 millones de barriles por día.



Según un reporte de la Auditoría Superior de la Federación (2010), durante los primeros diez años de los gobiernos panistas se derrocharon recursos petroleros por casi 1.3 billones de pesos, y la mitad correspondía a excedentes petroleros. En la Cámara de Diputados se llegó a un acuerdo para que éstos últimos se tuvieran que repartir entre todas las entidades federativas y los municipios, sin ningún control de transparencia en el uso de los recursos. Además, estos gobiernos endeudaron al país, creciendo la deuda exponencialmente, como se muestra en la gráfica 1. La deuda representaba el 18.1% del PIB en 2007, llegando su punto máximo en 2016 de 49.7% del PIB, y al cierre de 2019 continúa mostrando una trayectoria descendente, llegando a 44.7% del PIB. Es decir, la deuda per cápita es de alrededor de 90 mil pesos.


La diferencia sustancial y el éxito del modelo noruego se deben a que, “para evitar las presiones inflacionarias, no inyectó el total de los ingresos petroleros al presupuesto nacional. En vez de eso, el Parlamento estableció reglas para crear un fondo nacional en el que se ahorraran parte de los ingresos petroleros” (Estrada, 2007, p. 89).


Otras de las características del modelo noruego, a pesar de que cotiza en la bolsa de valores de Nueva York, el Estado noruego controla el 67% de la propiedad, es decir, es el accionista mayoritario. Pero en mayo de 2018, Statoil, cambia de nombre para llamarse Equinor. Según su filosofía, el nuevo nombre refleja la nueva estrategia de la empresa, la composición “Equi” significa equilibrio, equidad, y “nor” Noruega, con el propósito de enfrentar los nuevos desafíos, desde el cambio climático y la geopolítica hasta los mercados energéticos.


En México, con la reforma energética de 2013, la industria petrolera se enfocaba a la extracción de crudo para su exportación, y en la importación de gasolinas y diésel (Molina, 2018). Pero con el cambio de gobierno en 2018, se espera que se revierta la tendencia de importación de gasolinas.


Lo que vale la pena destacar, aunque tardíamente, es la creación del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, mejor conocido en otros países, como un fondo soberano. Sin embargo, desde los cursos de Economía de la Energía del Dr. Angel de la Vega Navarro, en la Facultad de Economía de la UNAM, invitaba al maestro Javier Estrada en ocasiones, experto sobre el modelo noruego, para hablar de política energética, Estrada proponía desde 2007 la creación del fondo soberano para México. Es con la reforma energética que se expide la Ley sobre su creación (DOF, 11-08-2014), que señala: “Los remanentes, después de realizar las transferencias al presupuesto, constituirán la reserva del Fondo. Esta bolsa de recursos podrán ser invertidos en activos financieros, tales como acciones o bonos soberanos, para generar ahorros a largo plazo.” En la ley se agrega que “Cuando la reserva del Fondo supere el 3% del PIB del país, sus excedentes podrán ser retirados y transferidos a la Tesorería de la Federación para inversión social tales como pensiones, becas, infraestructura, desarrollo industrial, sustentabilidad energética, entre otros”.


El éxito del modelo noruego no sólo está en el negocio del petróleo, sino en el buen manejo de los excedentes petroleros. En la actualidad, Noruega maneja dos fondos de pensiones o fondos soberanos de inversión, uno nacional y el otro global. En realidad no son fondos de pensiones, dado que no son contribuciones de las pensiones, sino que en los fondos se depositan los excedentes petroleros, ingresos derivados de la extracción de petróleo, así como dividendos de la petrolera.


El fondo nacional se invierte en las empresas nacionales y en el mercado de valores de Oslo. En cambio el fondo global, se invierte en los mercados financieros internacionales, que representa poco más del 60% de su cartera. Según el portal del Banco Central de Noruega, al primero de diciembre de 2019, el valor total de los fondos alcanza los 1.1 billones de dólares, que está presente en 75 países, invirtiendo en 9,000 empresas, equivalente a 1.3% de las empresas listadas en el mundo y el 2.4% de las empresas de la lista europea. Esas cifras representan el 1.05% de los mercados bursátiles mundiales, el 2,15 por ciento de las reservas europeas, dicho de otra forma, el fondo soberano noruego, es el mayor propietario de valores en Europa.


El fondo soberano noruego en términos per cápita equivale aproximadamente a 220 mil dólares hasta diciembre de 2019. Con ese fondo se espera que, una persona que nazca en 50 años en Noruega disfrutará de la renta petrolera generada el día de hoy. Es decir, en un fondo intergeneracional. Como se observa, no sólo es un fondo de ahorro, sino que tiene una cartera de inversión muy amplia.


El fondo soberano de inversión noruego se ha convertido en un instrumento para cambiar la forma de hacer negocios internacionales. El fondo cuenta con un Consejo Ético. Como se sabe, mientras más participación (acciones) tenga un inversionista en una empresa, tendrá mayor influencia en cuanto a la toma de decisiones de la empresa. Es decir, tendrá derecho de asistencia, voz y voto en las Juntas Generales.

Como se sabe, el fondo noruego es uno de los principales accionistas de empresas tecnológicas globales, como Alphabet (Google), Facebook, Apple, Microsoft, así como compañías como Nestlé, en otras.


El fondo noruego, al tener un Consejo Ético, decide en que compañías no invertir, vetar, o retirar su inversión cuando las compañías no son socialmente responsables o que no cumplen con sus criterios éticos, y los pone en una lista negra, que publica periódicamente el Banco Central de Noruega, quien administra los fondos. Por ejemplo, el fondo noruego no invierte, cuando considera que hay un daño al medio ambiente, cuando las empresas violan sistemáticamente los derechos de sus trabajadores o los derechos humanos. En otros casos, donde tiene participación accionaria, en las Juntas Generales de las empresas, pone sobre la mesa temas como la igualdad de género, en cuanto a la dirección de las empresas, igualdad salarial entre mujeres y hombres.



Fuentes de consulta:

a) DOF (2014). Ley Creación del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo. 11-08-2014.


b) Estrada Estrada, Javier (2007). El modelo petrolero noruego y sus beneficios. Economía informa, núm. 347, pp. 86-106.


c) Martínez Hernández, Francisco; Santillán Vera, Mónica y De la Vega Navarro, Angel (2016). La reforma energética de 2013/2014 y el desarrollo industrial en México: contenidos, implicaciones y propuestas. Análisis Económico, vol. XXXI, núm. 78, pp. 7-32.


d) Molina, Alejandro (2018). Con la apertura del mercado de gasolinas y diésel ¿Por qué no bajan sus precios? En Portal: https://www.economiafinanzasynegocios.com. Marzo 1 de 2018.


e) Uhthoff López, Luz María (2010). La industria del petróleo en México, 1911-1938: del auge exportador al abastecimiento del mercado interno. Una aproximación a su estudio. América Latina en la Historia Económica. Revista de Investigación, núm. 33, enero-junio, 2010, pp. 5-30.


f) Wirth, Eszter (2014). Breve historia y organización de la industria petrolera noruega. En academia.edu




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