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El Neo-populismo económico en México: los gobiernos de Calderón y Peña



El concepto de populismo ha sido empleado con mucha frecuencia recientemente por los políticos. Acerca del término existe una ambigüedad que ha sido objeto de múltiples debates. Así, para Sartori (1984), el populismo es un término que acepta tantas definiciones como estudiosos del tema hay. Lo que le queda claro es que el populismo se caracteriza por emplear un discurso que toca las fibras emocionales de las masas. Para Cárdenas (1993, p. 678), “…se habla de un gobierno populista cuando distribuye recursos entre los sectores menos favorecidos de la población, o cuando se beneficia a grupos específicos que lo apoyan políticamente, y cuando el gasto se realiza en grupos o sectores de baja productividad económica. La acepción de este término también ha hecho hincapié en los gobiernos que en un periodo específico destinan fondos excesivos a proyectos poco productivos económicamente, y sin prestar mayor atención, al menos en apariencia, a un excesivo déficit fiscal.”


Para Bazdresh y Levy (1992), la política económica populista se caracteriza por olvidar las restricciones de los recursos y distorsionar la información del sistema de precios, además de la sustitución de las asignaciones de mercado por las de gobierno.


Tomando en cuenta lo anterior, el Neo-populismo económico lo definimos como un movimiento económico que se caracteriza por emplear un discurso centrado en el buen manejo de la política económica, “el equilibrio presupuestal”, pero que en la práctica sus resultados son distintos de acuerdo a su marco de referencia. Llevada a cabo por la élite de los gobiernos, cuenta con fuertes apoyos del sector financiero. Dentro de sus manifestaciones discursivas se emplean frases como: mantener la disciplina fiscal, no gastar más allá de lo que se recauda, impulsar reformas estructurales como la hacendaria, energética, educativa, laboral, etc; con el fin de generar empleos, aumentar la competencia para que los precios de los energéticos y de los bienes se abaraten y sean de mejor calidad, aumentar la recaudación, no endeudar al país, etc; y al final de cuentas crecer con estabilidad macroeconómica. Ninguno de estos fines se ha logrado.


El ex-presidente Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, actual presidente, son los impulsores del Neo-populismo económico en México. Veamos por qué. En actos de campaña, Felipe Calderón se autonombró el presidente del empleo, prometió crear empleos bien pagados para que los mexicanos vivan mejor, ofreció seguro médico universal, inversiones en infraestructura y educación, prometió transparentar y hacer eficiente el uso de los recursos públicos, simplificar el pago de impuesto, no endeudar al país -en resumen- garantizar la estabilidad económica para proteger el patrimonio de los mexicanos. Por su parte Peña -durante su campaña- prometió combatir la pobreza, mejorar el ingreso real de las familias, impulsar el crecimiento económico y la creación de empleos con estabilidad macroeconómica. La generación de competencia económica sería el instrumento para el crecimiento económico, para el impulso del empleo y para la creación de bienes de alta calidad y bajo precio. La optimización del gasto mediante el adelgazamiento del aparato burocrático y el incremento en el gasto de inversión, fortalecimiento de los impuestos progresivos, y control de la deuda, serían las vías de una política fiscal responsable. Ambos manifestaron necesaria e ineludible la implementación de una serie de reformas estructurales para cristalizar sus propuestas. Calderón impulsó la reforma energética con especial ahínco, la cual no llegó a instrumentarse, pero sí logró la reforma laboral, la cual en esencia flexibilizó el mercado laboral. Peña continuó con el proceso reformatorio, logrando implementar once reformas estructurales. A lo largo de los años, los resultados económicos son totalmente contrarios.


En este artículo nos centramos sólo en un punto de los ya señalados: la evolución de la deuda pública de México en los gobiernos Neo-populistas de Calderón y Peña.


La deuda pública en los últimos años ha crecido de manera exponencial. Al inicio del sexenio de Calderón representaba alrededor del 18% del PIB, al final de su sexenio constituía ya el 34.3% del producto; en seis años creció en 16.3 puntos porcentuales. El ritmo de crecimiento de ésta no cesó con el cambio de gobierno, para 2016, la deuda pública representaba cerca del 50% del PIB (Véase gráfica 1). Esto equivale a decir que, al inicio del sexenio de Calderón, por cada peso que se generaba de riqueza, 18 centavos eran deuda; para 2016, de cada peso que se generó de riqueza, la mitad comprendía deuda pública.

Al inicio del sexenio de Calderón la deuda en términos absolutos era de 2 billones de pesos, para el año 2016 ésta casi se quintuplicó, al llegar a 9.7 billones de pesos (véase gráfica 2).

Por otro lado, la tasa de crecimiento real de la economía durante los dos sexenios ha sido alrededor del 2 por ciento anual, mientras que la tasa real de crecimiento de la deuda pública ha alcanzado dos dígitos (véase gráfica 3).

La evolución de la deuda pública es un tema central, el marco de referencia en la cual se apoya el neo-populismo económico es la disciplina fiscal, es decir, el manejo equilibrado de las finanzas públicas. La pregunta es: ¿Por qué no se sostiene el marco de referencia para el caso de la deuda? Parece que hay contradicción entre el marco de referencia y las acciones implementadas. Pero no, el marco de referencia sólo es en el discurso, el incremento de la deuda pública en términos prácticos ha sido una forma de distribución de la riqueza entre los grupos financieros. El neo-populismo económico practicado en México es la adulteración de su marco de referencia, a cualquier individuo le parece adecuado lo que sostiene el discurso del neo-populismo económico, “equilibrio presupuestal”, “control de la deuda”, “control del gasto”, “que los precios de la gasolina, la electricidad y el gas bajarán con la reforma energética”, sin embargo, en la práctica los resultados no han sido los esperados, lo que nos lleva a considerar la demagogia del neo-populismo económico. Un rasgo adicional que caracteriza a los neo-populistas es que -en el discurso- dicen estar en contra del populismo, pero sus resultados como gobierno ponen en evidencia un neo-populismo económico.



Fuentes de consulta:

  1. Bazdresch, Carlos y Santiago, Levy (1992), “El populismo y la política económica de México, 1970-1982”, en Macroeconomía del Populismo en la América Latina, Editorial Fondo de Cultura Económica, México.

  2. Cárdenas, Enrique (1993), “La política económica en la época de Cárdenas”, El Trimestre Económico, Vol. LX, Fondo de Cultura Económica, México.

  3. Hermet, Guy (2003), “El Populismo como concepto”, Revista de Ciencia Política, vol. XXIII, núm. 1, pp. 5- 18. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32423101

  4. López Rodríguez, Antonio (2011), “La política fiscal de los gobiernos populistas latinoamericanos. Entre la intencionalidad política y la viabilidad económica”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,Working Papers, España.

  5. Sartori, Giovanni (1984), La política. Lógica y método en las ciencias sociales, FCE, México.








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