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Política migratoria de los Estados Unidos: criminalización de mexicanos



Estimados lectores en diversos medios de comunicación han visto o escuchado diferentes opiniones sobre la criminalización de la migración. No sólo la migración de mexicanos a Estados Unidos, sino a nivel global (África-Europa o de las enfermeras filipinas hacia los Estados Unidos -aún que esta última que se escapa de este contexto dado que es más ordenada-, las caravanas de migrantes de Centroamérica, entre otras). Por lo que el objetivo de este ensayo, es aportar algunas ideas sobre la criminalización de la migración México-Estados Unidos, por disponibilidad de datos e información y en algunos momentos me refiero al contexto de la caravana de migrantes Centroamericanos. Una vez plateado el objetivo, podemos empezar a ilustrar, que la criminalización de la inmigración internacional no documentada de países pobres a los industrializados constituye un argumento político-jurídico para detener los flujos masivos de los “sin papeles”. Los países europeos y Estados Unidos América, los llamados países democráticos, han reactivado este recurso jurídico-legal para fundamentar una política migratoria rigurosa sin el riesgo de ser cuestionados por violación de la ley y garantía de los derechos humanos.


Por ejemplo, la mayoría de inmigrantes mexicanos no documentados residentes en Estados Unidos se emplea en actividades agrícolas o de servicios en las grandes ciudades. Ellos respetan las leyes del país receptor y pagan sus impuestos. Algunos de ellos cometen faltas administrativas al pasar un cruce vial cuando el semáforo está en rojo. El porcentaje de estos inmigrantes que comete delitos como robos, homicidios o asesinatos es mínimo. Con la aclaración anterior, se puede afirmar que la comunidad de inmigrantes mexicanos es heterogénea en términos del respeto de la ley (igual que todo grupo social) y que homogenizar a este grupo bajo el concepto de criminales (“Bad Boys”) es impropio. En los inicios del siglo XXI se ha abierto una polémica sobre hasta dónde es legal las políticas de control migratorio que castiguen penalmente a personas que ingresan sin documentos a un segundo país en búsqueda de empleo, transformando el principio de presunción de inocencia por el de presunción de culpabilidad lo que implica alguna forma de castigo, que incluye la privación de la libertad (Roldós, 2006).


En esta era de la criminalización de la migración, se han usado un sinfín de instrumentos de control jurídico para poner en relieve que el fenómeno migratorio oculta otro tipo de fenómenos, así el narcotráfico, trata de personas, incluso terrorismo son temas de debate. Cómo olvidar en 2001 el ataque de las torres gemelas que hoy por hoy se ha convertido en un tema de seguridad nacional para los Estados Unidos. Este tema es materia prima para las campañas políticas en los Estados Unidos, dado que se puede explotar, argumentando de que se están expulsando a todo extranjero “criminal”, justo este hecho fundamental, se puede vincular con la campaña de Donald Trump y por supuesto ahora en la presidencia, la justificación para la construcción del muro con México. Es decir, el fenómeno migratorio está siendo responsabilizado del desempleo y los bajos salarios en los Estados Unidos y la posibilidad de que se filtren terroristas por territorio mexicano en el flujo de personas. Hoy las caravanas de migrantes provenientes de Centroamérica son el centro de esta discusión.


Con respecto a los efectos negativos de los inmigrantes en el mercado laboral en los EE.UU, esto es una falacia, los bajos salarios responde a otras dinámicas, este argumento lo ha usado Donal Trump y muchos de sus seguidores en la campaña política para la presidencia. Según Borjas, Freeman y Katz (1996) demostraron con datos de EE.UU que con 10% de incremento de los migrantes en el mercado laboral hay descenso de 1% de los salarios de los trabajadores nativos, lo que significa que la participación de los inmigrantes en el mercado laboral de los Estados Unidos afecta más el salario de otros migrantes que compiten por un mismo puesto en el mercado de trabajo o el segmento de trabajadores que abandonan los estudios de secundaria “High School”, que a los propios nativos.


Existe un vínculo muy cercano con los efectos de las diferentes crisis en Estados Unidos a lo largo del tiempo, así, por ejemplo, en los años treinta del siglo pasado hubo una deportación masiva (Gamio, 1930) que incluso las anécdotas que se pueden narrar sobre este hecho es que, Frida Calo y Diego Rivera apoyaron a lo deportados para poder llegar a la frontera Norte de México pero con la única diferencia de este flujo de retorno, es que, no eran considerados criminales, el contexto era distinto, la economía Norte Americana sufría la peor de sus crisis económicas en la historia. En nuestro contexto actual, en 2009, que coincide con en el periodo de Barak Obama, las deportaciones se incrementaron considerablemente, un 20% de los mexicanos que son considerados criminales, esto se traduce que unos 70 mil mexicanos fueron deportados bajo este esquema en el primer año de su administración (1,1197,663 mexicanos considerados criminales en todo el periodo muy por encima del presidente Bush -721,209-) Es decir, casi el doble que se consideraron criminales en el periodo de Obama comparado con la administración de Bush, lo que significó dejar puesto de empleos disponibles para los norteamericanos durante y después del periodo de crisis. Esto evidentemente eleva la popularidad de los representantes en los EE. UU, a su vez, este hecho también polariza las opiniones sobre los posibles efectos de la migración en los países de destino.


Con datos proporcionados del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos (DHS). Entre 1995- 2015, el total de mexicanos repatriados bajo una orden de expulsión (deportados) se incrementó 800%, en cambio los que regresaron sin una orden (retornados) disminuyó 93%. Dando lugar a otras formas inéditas de cómo entender el fenómeno migratorio, acompañado por la sincronización del ciclo económico de México y Estados Unidos, que no existía antes de la misma forma; además, los controles fronterizos, interno y del sistema de tráfico de indocumentados por el crimen organizado han transformado totalmente las características del cruce fronterizo, el tráfico y la migración subrepticia, dando lugar a una nueva fase migratoria, según Duran (2013).


En ese sentido la migración México- Estados Unidos enfrenta, un nuevo escenario donde el presidente Donald Trump, tiene la mira sobre los connacionales. El periodo de 1993-2015 se deportaron 1,456,860 mexicanos descritos por el departamento de seguridad como criminales que representa el 75% de todos los considerados criminales deportados en el mismo periodo (muy por encima de país árabes, por ejemplo). Después del atentado de las torres gemelas la deportación creció exponencialmente, de 887 en el 2000 a 58,575 mexicanos en 2001. En este mismo periodo tenemos un efecto crisis que pudiera estar explicando también la expansión de las deportaciones, pero en el medio sigue presente la idea de “Bad Boys”.


Con los datos del DHS, se puede observar que en el periodo de 2001 a 2008 el total de deportados parece no crecer, el promedio anual en el periodo es de 4%; la cantidad de deportados en esta categoría también aumento de 2009 a 2012, el factor explicativo es nuevamente el efecto de la crisis 2007-2009 (se incrementó en un 20% la criminalización), por último, en el periodo de 2013 a 2015 existe una disminución. Así mismo es necesario comentar, que, si se hace énfasis en los mismo datos del DHS, este ejercicio nos muestra un resultado revelador, el porcentaje de participación de los deportados por una orden aumento de 1% en 1995 a 46.61% en 2013, los cuales eran considerados criminales por los Estados Unidos. El porcentaje más alto se observó en 2011, cuando el 50% fueron considerados criminales para el caso de los mexicanos. Esto en perspectiva, muestra por qué nuestros connacionales en los Estados Unidos se muestran preocupados respecto a este hecho.


Por otra parte, Cuba ocupa el tercer lugar en número de inmigrantes en Estados Unidos (Alarcón y Becerra, 2012), pero no aparece en la lista de los diez países de origen de los criminales deportados. Esto sugiere que hay otros factores operando en el volumen de la deportación de criminales cuando se considera la nacionalidad del migrante; entre los que destacan el porcentaje de indocumentados de cada país y que, por tanto, están sujetos a deportación; en contraparte, la proporción de ciudadanos naturalizados de cada país que, aunque cometan algunos delitos graves, no pueden ser deportados.


En resumen Estados Unidos puede justificar su política migratoria basada en lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, es una nación libre y soberana, pero no podemos alimentar una idea xenofóbica y racista como la que representa Donald Trump y mucho menos pensar que el mal de todos los problemas es la migración y con ello apoyar la construcción de un muro, cuando sabemos que los migrantes son parte de los problemas estructurales de las economías emergentes, donde el “ejército de reserva” ha aumentado en palabras de Carlos Marx, así que la emigración se ha convertido en una especie de válvula de escape que alivia algunas restricciones y para reducir también las presiones sociales (desempleo, economía informal, salarios bajos, pobreza, marginación, polarización social, etc.) que estas personas padecen día a día. Pero dejar en el balance sólo los aspecto positivos o negativos (Taylor, 1999) de la migración, es reconocer que los trabajadores indocumentados no son ni de aquí ni de allá (Truax, 2015), por lo que pareciera ser que son vistos como “residuos” o “marginales” de los propios sistemas de desarrollo en los países de origen y que el papel del estado del país de origen deja un vació sobre las repuestas que la sociedad contemporánea demanda al respecto. Es decir, el fenómeno de la migración no es un problema originado por los Estados Unidos, más bien, es una expresión de la falta de oportunidades de las sociedades de origen (por ejemplo, México y los países Centroamericanos).


Por último, es necesario señalar algunos de los problemas que enfrentan los migrantes para poder llegar a los EE.UU. Por ejemplo, los costos monetarios o incluso hasta la muerte como algunas restricciones a la movilidad laboral. Se estima que 9 mil mexicanos han muerto en el cruce fronterizo en el periodo 1993-2013 (Alonso, 2015), a esta cifra le podemos sumar los de Centroamérica que han muerto en el cruce, ¡esto no es mínimo! Pero también hay decirlo, no se trata de deshumanizar el fenómeno migratorio o victimizar, entonces, de que se trata, se trata de reconocer que la emigración se produce cuando los entornos no son favorables para las sociedades de origen. Justo en este punto es donde, nacen las historias de muchos mexicanos con miradas y contextos encontrados, realidades diametralmente opuestas, donde cabe la posibilidad de que existen finales felices y otros son fracasos en el tan anhelado American Dream.


Fuentes de consulta:


a) Alarcón, Rafael & Becerra Willian (2012). "¿Criminales o Victimas? La deportación de migrantes mexicanos de Estados Unidos a Tijuana, Baja California", en Norteamérica, año 7, núm. 1, pp. 125-148.


b) Alonso, Guillermo Meneses (2015). El desierto de los sueños rotos. Detenciones y muertes de migrantes en la frontera México-Estados Unidos 1993-2013. El Colegio de la Frontera Norte A.C.


c) Borjas J., Geoge, Freeman B., Richard y Katz, (1996), “Searching for the effect of Inmigration on the labor Market”, American Economic Review, pág. 246-451.


d) Duran, Jorge (2013), “Nueva fase migratoria”, en Papeles de Población, vol. 19, num. 77, julio-septiembre, pp. 83-113, Toluca, Universidad del Estado de México.


e) Gamio, Manuel, 1930, Mexican Immigration to the United States; A Study of Human Migration and Adjustment, Chicago, The University of Chicago Press.


f) Taylor, J. Edward (1999). “The New Economics of Labor Migration and the Role of Remittances in the Migration Process”, International Migration, Vol.37, pp. 63-86.


g) Eileen (2015). Dreamers: La lucha de una generación por su sueño americano. Boston: Beacon Press.

Webliografía:

h) Roldós Aguilera, L. (11 de febrero de 2006). La criminalización de la inmigración. Obtenido www.voltairenet.org/article135431.html

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