El sector automotriz en el TLCAN: una negociación esencial para México
Recientemente, durante la cuarta ronda de negociaciones del TLCAN, el gobierno de Estados Unidos en voz de Wilbur Ross, Secretario de Comercio de EU, puso sobre la mesa una petición particular: la modificación de las reglas de origen en el sector automotriz, ya que desde su perspectiva el mayor déficit comercial con México y Canadá se encuentra focalizado en este punto.
El argumento central del Gobierno de Trump yace en el déficit comercial que su país mantiene con Canadá y México por concepto de automóviles y autopartes, el cual asciende a 84,600 millones, lo que representa el mayor déficit que Estados Unidos mantiene con sus socios comerciales en cuanto a bienes se refiere, mientras que simultáneamente registra un superávit de apenas 14,600 millones en otros rubros, lo que arroja finalmente un déficit neto de 700,00 millones de dólares (Ross, W., 2017).
Consecuentemente, el gobierno norteamericano busca reducir su déficit comercial promoviendo la imposición de un contenido regional de 85 por ciento con una categoría específica para el contenido hecho en ese país (de 50 por ciento). Esto contrasta con la postura de sus socios comerciales, quienes abogan por mantener un contenido del 62.5 por ciento, ya que de lo contrario pudieran desatarse efectos negativos sobre la competitividad regional.
Por otro lado, los partidarios del TLCAN aseguran que Estados Unidos aporta un alto contenido en cuanto al ensamble de los automóviles en México y Canadá, por lo que el citado déficit no debe resultar alarmante. De acuerdo con John Bozzella, presidente y CEO de la Asociación de Fabricantes Globales de Automóviles, desde la ratificación del TLCAN hace 23 años, en Estados Unidos se producen anualmente un millón de automóviles y el número de vehículos destinados a la exportación se ha duplicado cada año. Adicionalmente, el 40 por ciento de las piezas utilizadas para fabricar vehículos que se producen en México proceden de Estados Unidos; lo que contrasta con el 5 por ciento registrado previo al TLCAN.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos justifica su postura proteccionista bajo el argumento de que los beneficios derivados de la abrumadora presencia americana en el mercado automotriz del TLCAN (alrededor del 83 por ciento) no han logrado traducirse en mejoras del poder adquisitivo para los trabajadores estadounidenses debido a las fallas inherentes a las reglas de origen desde su negociación en 1994. Particularmente, un punto criticado por Ross es el de la transformación sustancial, el cual establece que si un socio comercial procesa un producto ajeno al TLCAN, éste se transforma y por tanto, se le considera como un artículo producido bajo el marco del acuerdo comercial.
Lejos de este debate, conviene analizar la importancia que tiene el sector automotriz para México y los probables efectos adversos que una posible renegociación a favor del vecino país del norte puede generar en la industria local. En primer lugar, la producción de la industria automotriz ha aumentado su importancia relativa en la economía mexicana: cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, esta industria representaba 1.6 por ciento del PIB del país y para 2016, este porcentaje se duplicó hasta 3.2 por ciento.
De hecho, en términos generales, la industria automotriz está registrando una dinámica de crecimiento superior a la de la economía local en su conjunto desde 2010. Sin embargo, es importante hacer hincapié en el hecho de que la producción nacional es muy sensible a la evolución de la demanda internacional, de ahí la explicación de su fuerte caída en la crisis mundial de 2008-2009.
En cuanto a la composición de la industria automotriz, la industria terminal, que se encuentra compuesta por los fabricantes de automóviles y camiones, quienes se encargan del ensamble final de los vehículos a partir de componentes de importación complementados con partes de producción o ensamble nacional, muestra una participación creciente al pasar de 382,025.53 millones de pesos en 2005 a 913,033.51 millones de pesos en 2016, lo que equivale a hablar de un crecimiento geométrico de 8.25 por ciento, mientras que la industria de autopartes, conformada por los productores de componentes, materiales y equipo destinados al montaje de los vehículos o bien, para el mercado de refacciones, ha crecido a una tasa geométrica de 5.74 por ciento para los mismos años.
Otro aspecto a considerar que deja claro la influencia del sector automotriz en la economía mexicana lo constituye su participación dentro del sector externo. Durante los últimos cinco años, su cuota dentro de las exportaciones manufactureras ha aumentado más de 10 puntos porcentuales, al pasar de 23.9 por ciento en 2012 a 34.3 por ciento durante el primer bimestre de 2017, a pesar de las constantes amenazas proteccionistas de Trump.
Esta dinámica ha permitido compensar el déficit comercial del resto del aparato productivo nacional, ya que de acuerdo con los Registros Administrativos de INEGI, en febrero de 2017 las exportaciones totales de México (incluyendo petróleo) ascendieron a 31,269 millones de dólares, mientras que las importaciones registraron un monto por 30,585 millones de dólares, por lo que México registró un superávit de 684 millones de dólares. Al interior de las exportaciones agregadas, las manufacturas ascendieron a 27,600 millones de dólares, cifra equivalente al 88% del total y al interior de éstas, las exportaciones automotrices computaron un total de 9,700 millones de dólares, es decir, registraron una participación de 35 por ciento. Cabe mencionar que, sin esta dinámica del sector automotriz, el saldo deficitario se profundizaría en 7,000 millones de dólares (AMDA, 2017).
A manera de conclusión, el sector automotriz ha adquirido mayor relevancia a partir de la etapa de apertura comercial y de hecho, se ha efectuado una entrada masiva de nuevas marcas al mercado mexicano, lo que se explica en buena medida por el proceso de globalización, generando con ello una disminución relativa en cuanto a la concentración de mercado, lo que en última instancia favorece al consumidor en términos de precios y variedad de productos. De ahí la importancia que un acuerdo como el TLCAN pueda modernizarse con el objetivo de lograr una mayor competitividad entre empresas sin tener que recurrir a la negociación de medidas proteccionistas que tienden a distorsionar el patrón de comercio.
Fuentes de consulta:
a) Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (2017), en "Reporte de Mercado Interno Automotor. Septiembre 2017"
b) Banco de Información Económica. INEGI (2017). Disponible en: http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/
c) Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2017), en Registros Administrativos. Balanza Comercial de mercancías de México. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/registros/economicas/comercio/default_t.aspx
d) Ross, W. (2017/21/09). These NAFTA rules are killing our jobs. The Washington Post, pp. 11-13.