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Tipo de cambio e inflación en México: el efecto traspaso y sus repercusiones económicas



Dos indicadores económicos de gran importancia para nuestra sociedad son la inflación y el tipo de cambio, ya que ambos son considerados determinantes esenciales en términos del patrón de intercambio comercial de bienes y servicios.


Por un lado, la inflación es el proceso económico generado a causa del desequilibrio existente entre la producción y la demanda que se refleja en un aumento en los precios de bienes y servicios expedidos en una economía y que, en última instancia, provoca una pérdida del valor del dinero o poder adquisitivo. En México se estima a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC); indicador que se utiliza para medir, a través del tiempo, la variación de los precios de una canasta fija de bienes y servicios representativa del consumo de los hogares.


En relación al tipo de cambio, este se determina como resultado de la interacción entre la oferta y demanda de divisas; o bien, puede ser controlado artificialmente mediante la intervención de la autoridad monetaria (Banco Central), lo que se define como flotación sucia. Además, de acuerdo con GBMhomebroker, el tipo de cambio es importante porque refleja la situación económica de un país, ya que a medida que una moneda tenga mayor fortaleza respecto a otras, genera la confianza de los inversionistas en éste.


En cuanto a las principales variables a considerar para estimar el tipo de cambio son: la inflación, definida como el aumento generalizado y sistemático en el nivel de precios; la tasa de interés, determinada por el Banco Central buscando la atracción de inversión; el flujo de capitales; definido como la cantidad de dinero invertido en un país por individuos o empresas extranjeras, los negocios internacionales y la estabilidad económica; es importante ya que generalmente un inversionista busca emprender proyectos en aquellos lugares o regiones que ofrezcan garantías suficientes.


Actualmente, una problemática importante a considerar es la relación existente entre una depreciación cambiaria y la inflación, que se explica mediante el efecto denominado pass through del tipo de cambio, que opera de la siguiente manera: un aumento en el tipo de cambio puede tener efectos directos e indirectos en los precios. En el primer caso, estos se manifiestan en un aumento de los bienes importados o bien, en aquellos que utilizan bienes importados, mientras que en el caso de los efectos indirectos, se traduce en el aumento de los precios de bienes no importados. A estos efectos también se les conoce como de segundo orden y por lo general suceden cuando las expectativas de inflación no están bien ancladas (Serrano, 2015).


La evidencia empírica muestra que durante el período de enero 2015 a enero 2017, tomando como base datos estadísticos arrojados por Banxico, la inflación acumulada fue de 7.4460%, de tal manera que nuestra moneda ha perdido poder adquisitivo. En lenguaje práctico, para comprar un bien que en el mes de enero 2015 costaba $1.0000, se requiere al mes de enero de 2017 $1.074460; por tanto, es posible afirmar que el producto o servicio se encareció en un 7.4460%.

El tipo de cambio durante el mismo periodo de estudio muestra que el peso se ha devaluado en un 40.1766% con respecto al dólar, lo que se explica a partir de la relación entre los fenómenos económicos ocurridos recientemente y factores tales como la estabilidad económica, especulación, inflación, flujo de capitales, negocios internacionales, etc. En retrospectiva es posible corroborar el efecto que las variables propinan al tipo de cambio.

Técnicamente tener nuestra moneda depreciada debiera incentivar las exportaciones debido a que somos una opción de bajo costo para los consumidores externos, sin embargo, en la práctica México es una nación proclive a la importación, en cierta medida, por el efecto que genera la inflación y también por la devaluación de la moneda. Esto se explica de la siguiente manera: al incrementar el costo de nuestros bienes de consumo, recurrimos a la importación, ya que nuestros propios productos finales se encarecen, primero por el efecto inflación y en segundo lugar, porque gran número de éstos requieren importar maquinaria o bien, materia prima para su elaboración. Por ende, al combinar el efecto de ambos indicadores, los costos de adquisición se elevan trasladándose así al consumidor final, quien se ve obligado a recurrir a la importación de bienes para satisfacer sus necesidades a menores costos.

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